lunes, 21 de septiembre de 2009

La vendimia


Entre las pocas aficiones de las que uno disfruta, está una que sólo realizo una vez al año y que para muchos es un sufrimiento por se una obligación. En mi caso ME ENCANTA y se trata de asistir a la vendimia en casa de mis suegros. La mayoría dirá que es un coñazo, pero ya que uno se crió en ciudad, y poco tocó del campo, poder estar en contacto con los viñedos, cansarse con el trabajo, ampollas en las manos de la tijera, guantes rotos, sudor y sulfato... que mal pinta todo... pero a mí me encanta.

Es una de esas cosas que uno no puede explicar. ¿Cómo le explicas tú a alguien que un domingo del mes de mayo quedes con dos amigos a las 7 am para viajar hasta Betanzos y correr allí una media maratón? unos 300 km para luego regresar a la hora de comer... algo de locos debemos tener... esto me lo comentaba hace poco Pablo, un correlega de Ourense. Pues igual que esto... vaya, o parecido.

Viaje el viernes hasta O Ribeiro. El ambiente en la casa... los preparativos: cubos, tijeras, guantes, ropas... el amanecer que pinta nublado (!gran noticia¡)... llegar de primeros a los viñedos y los demás tardar 1 hora más... la alegría de recoger las uvas, las historias de todos los años del tío, los "bagos" que caen al suelo, el "podre", la tía que le mete un mordisco a un racimo sí y a otro no... y todo esto intentando terminar en esa misma mañana, pues la hacienda tampoco es mucha. Este año debutó mi niño, con un ansia desmedida por ayudarnos, con su pequeña carretilla, recolectaba cuatro o cinco racimos y los iba vaciando en las cajas. Tardó en cansarse, pero fue el único que se llevó el "jornal" de ese día: 5 euros!

Luego comer juntos en casa, ese cocido típico de la vendimia que con tanto mimo prepara la cocinera, adornado con un montón de dulces. Una chulada. Por supuesto, después de la comida una señora siesta, de esas de pijama y orinal.

Y el trabajo que me toca, realizado y pendiente de la del año que viene. A ver si alguno de estos años, en vez de vender las uvas a la bodega, se anima mi suegro a fabricar él mismo unas cuantas botellitas... que lo más rico es lo que uno hace.

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