La de este fin de semana ha sido una de esas experiencias que se volverá inolvidable en mi vida, dentro de mi afición de participar en carreras, no sólo en Galicia, sino fuera de ella. Si me pusiese a enumerar aquellas que han quedado marcadas en mi mente, desde luego Dragoman está ya entre ellas, igual que la de Corrubedo, subida desde Esgos a O Eirado... Se trata de una carrera no muy larga, sobre 8,5 kilómetros, pero que posee la única y gran dificultad en sus últimos 5 km que son todos cuesta arriba ascendiendo 500 m. en vertical.
Desde hace unas semanas es casa estábamos planificando la participación en esta prueba, me atraía mucho poder asistir y correr, acompañando al caballero Basurco, en busca del dragón. Algunos de los que llegaron ayer a meta dijeron que no habían visto el dragón, pero que sí la buena organización, multitud de participantes, buen ambiente entre todos, camaradería, voluntarios estupendos... yo creo que sí lo han visto, pero no se han dado cuenta, al menos considero que sí estaba su espíritu en todo esto.
El sábado a mediodía, después de dejar a los peques a buen recaudo, y aprovisionarnos con cadenas para el coche, por si acaso, comimos y nos fuimos mi mujer y yo hasta Villafranca a la cual llegamos pasadas las 5 de la tarde. Nada de nieve por allí y unos 6º de temperatura. Después de dejar las cosas en el hostal, modesto pero muy acogedor y calentito... fuimos paseando hasta el polideportivo donde comenzaban a hacer entrega de los dorsales. Yo cogí el mío y mi mujer no conseguía localizarse en la lista hasta que me dijo: "Ya sé, soy 'Esprintes Ourense' ahí, ¿lo ves?". Efectivamente, entre los nombres de los andarines aparecía el nombre del club. Le comenté que les dijese de cambiarlo y dijo que no, que así estaba bien. En la bolsa del corredor sendas camisetas talla XXL... técnicas y de color naranja... últimamente a todos se les ha dado por este color. A mí me falta alguna que sea rosa y violeta, a ver si alguna organización se "atreve" a poner estos colores en alguna próxima. Aunque en este caso, por la talla en cuestión, creo que pasarán a manos de alguien que las pueda utilizar.
Aprovechamos que todavía era de día para dar una vuelta a Villafranca y ver lo bonita que es esta localidad. Yo ya había estado en ella el 16 de septiembre, coincidiendo con mi primera etapa del Camino de Santiago en bicicleta. A las 6 de la tarde estábamos tomando un café y con ganas ya de descansar, que es lo bueno que tiene ir sin niños de viaje. Aún así estuvimos recorriendo algunas tiendas y, finalmente, terminamos en la Colegiata de Santa María asistiendo a la misa. Luego sí, nos fuimos al hotel y nos dormimos pronto, con el recuerdo de nuestro niños, que estarían pasándolo estupendamente con sus abuelos (y así fue, según comprobamos ayer a la vuelta).
Por la mañana asomé la cabeza afuera para comprobar si el tiempo había variado, si por casualidad había caído nieve. No había nieve y se preveía día soleado, aunque con frío (1º en ese momento). Una vez desayunados y abandonado el hostal, dejamos el coche en la zona del polideportivo para luego tenerlo más cerca después de la comida. Nos dirigimos andando hasta el castillo donde ya se apelotonaba gran cantidad de gente, sobre todo los que participarían en la andaina pues la hora de salida estaba próxima. Allí nos estaban ya esperando Carlos y Eva, amigos de Ponteareas, que habían venido para compartir la jornada con nosotros. Él es un fuera de serie y gran corredor y ella se había decidido a acompañar a mi mujer en la andaina.
Salida de la andaina, todos bien abrigados y con la idea de hacer 7 km para llegar a Dragonte y otros 7 para volver a Villafranca pues es la única forma de regresar: andando o corriendo.
Carlos y yo aprovechamos para calentar por las calles de Villafranca hasta el momento de la salida. Cinco minutos antes, nos pidieron que entrásemos al castillo, un edificio espectacular con un patio de armas muy digno. Allí, Basurco y los dueños del castillo el pianista y compositor Cristóbal Halffter y su esposa Marita Caro hicieron de anfitriones para la salida de la prueba. Estaba también presente una niña vestida de princesa, la Princesa Flavia, que acompañó en la salida al caballero Basurco para iniciar la aventura para encontrar y dar muerte al dragón (en el pueblo de Dragonte).
Me vi situado al final de los corredores y salí a buen ritmo viendo como Carlos ya se perdía más adelante. Sabía que lo difícil era desde que comenzaba la subida hasta la meta y quise no ser demasiado agresivo al inicio. Coincidí unos segundos con Francisco, corredor con gran fuerza de voluntad y siempre una sonrisa en su cara. Fui adelantando a algunos corredores hasta pasar por el túnel, hacer el giro después del km 3 y comenzar la subida.
Para subir, tiré de fortaleza física y mental. Además me propuse que no debía caminar en ningún momento, viendo otros corredores que ya lo hacían. Mis entrenamientos en cuesta de los últimos meses me han dado bastante fuerza y resistencia para poder realizar la subida de esta manera, aunque prescindiendo de la velocidad. Me acordé de mi amigo Moncho, quien me ayuda a entrenar y quise no defraudarlo. De esta manera, fui subiendo a buen ritmo, adelantando a algunos y siendo adelantado por otros. Los kilómetros se me hacían eternos y los ritmos que me marcaba el fore eran un poco ridículos. La llegada a Dragonte, 500 m. más alto que cinco kilómetros atrás, se hizo un poco complicada debido al hielo que había en el camino (de una fina capa de nieve que había caído por la mañana y que el sol no había logrado derretir) y a que algunos corredores ya llegados a meta no se dan cuenta de que detrás de ellos, aún vienen más.
Llegué exhausto, literalmente sin aliento o sin oxígeno. Me costó recuperar una respiración normal e incluso me ahogué un poco al respirar, acompañado con tos. Tiempo en meta 53'16" y tiempo de subida del medio kilómetro vertical 35'40" y puesto 257 de 372 llegados. Carlos llegó en el puesto 48 con un tiempo de 41'07" y en la subida un parcial de 27'21", un fuera de serie. Mi mujer y Eva habían llegado caminando después de Carlos y allí me esperaban todos. Falta de agua o de otro líquido en meta, incomprensible sabiendo dónde estábamos y que para poder encontrar "civilización" había que bajar al menos 5 ó 6 km por el mismo camino que habíamos ascendido. Aproveché un poco de agua que aún le quedaba a mi mujer con la vista puesta en dos latas de isotónica que tenía en el maletero de mi coche abajo, en Villafranca.
Y así nos dispusimos los cuatro a afrontar el camino de regreso, un poco asustados viendo lo empinada que había sido la subida y disfrutando del paisaje. Una vez ya en el polideportivo de Villafranca, asistimos a la entrega de los premios y luego compartimos, con los demás asistentes, una estupenda comida a base de paella y empanada, con bebidas y café al final. Charla con conocidos: Francisco, Kand, Paco, Luis Alfonso... una alegría encontrarnos en estas carreras, que destacan por su belleza y lejos del Circuito y de los puntos.
Una prueba para anotar en el calendario de cualquier corredor amante de la naturaleza. Dura... bastante dura que debe afrontarse con un mínimo entrenamiento en cuestas y con la esperanza de que para el año nos nieve y se haga todavía más dura. Desde luego quiero volver y creo que mi mujer también. Enhorabuena a la organización pues todo estuvo perfecto (excepto agua en la meta) y donde nada se dejó a la improvisación.
Enhorabuena por este carrerón!
ResponderEliminarP.D.: En Boborás este año habia camisetas violetas :D
Bonita crónica Pipe. Da gusto ir a este tipo de carreras.
ResponderEliminarToledano.
Enhorabuena por la carrera y felicitaciones por la cronica!!!!
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