lunes, 20 de septiembre de 2010

4ª etapa: Palas de Rei - Santiago de Compostela -- Ourense

Hago esta crónica "el día después" de mi llegada a Santiago. Ayer me fue imposible: el móvil sin batería, disfrutando del día con la familia, vuelta a Ourense demasiado tarde...


El caso es que este domingo amanecía algo incierto y preocupado por cómo discurriría el último paso hasta la tumba del Apóstol. Después de pasar la noche en el albergue Benito de Palas de Rei, donde, como ya comenté, compartía habitación con 29 personas más (despertando cada poco hasta que todos se hubiesen acostado, la luz, la puerta, los ronquidos, el de arriba de la litera cambiando de postura...), me levanté temprano alertado por todos mis compañeros que harían la etapa a pie y que, ya desde las 6 de la mañana, se disponían para la partida. En mi caso, como no se hacía de día hasta las 8 y era una temeridad ir en bici a oscuras, estuve haciendo un poco de tiempo acostado en mi litera y viendo como todos componían sus mochilas, se las colocaban a la espalda y partían; gente que seguramente adelantaría al cabo de un rato y que, desde luego, raro será que las vuelva a ver... así de curiosa es la vida. Cuando creí conveniente me vestí, guardé todo en la maleta, bajé a desayunar en el propio albergue... y ya estaba amaneciendo. Preparé la bici y ¡listo!

Lo que comentaba de incierto se refería a mi estado físico. No puedo negar que no estaba tan preparado como yo creía para afrontar esta "aventura". Algo de forma física tengo por practicar running tres veces a la semana y también durante este verano practiqué con la bici, pero ahora veo que no era la suficiente como para afrontar esas rampas que te encuentras por el camino (por el Camino... y no por la carretera... porque fui por el camino). Las rodillas me molestaban esa mañana y seguía con la incertidumbre de qué pasaría en cuanto comenzase a pedalear.

A las 8:09 h. partía desde Palas de Rei para hacer la última etapa de mi peregrinación, sabiendo que ese día sí o sí tenía que llegar al Obradoiro. En las primeras cuestas mis rodillas protestaron, y de lo lindo, por cierto. Empecé a ponerme un poco nervioso porque tenía por delante más de 65 km de ruta y si ya comenzaba así... iba pensando todo el rato que esa etapa se me iba a hacer todavía más larga que el día anterior pues no aguantaría mucho en las subidas. Para llevarlo de la mejor manera, como ya es habitual durante mi peregrinación, me puse a rezar. Primero el Rosario y luego seguí rezándole a la Virgen; cada vez que empezaba una cuesta le rezaba a la Virgen y seguía pensando en toda esa gente que en ese momento estaba pendiente de mí. Hay otros que escuchan música... ACDC, Mozart, Pimpinela... y eso les da fuerzas... yo recé.

El caso fue que cuando llevaba unos 10 km (algo menos de 1 hora pedaleando) notaba como cada vez mis rodillas y piernas iban mejor, después de una subida y su siguiente bajada, se recuperaban bien para afrontar otra nueva pero, no fue hasta que llevaba 2 horas de ruta cuando noté que sí... que llegaría a Santiago... aunque dolían, resistían y ya no me podían fallar.

Desde el inicio multitud de peregrinos a pie. Cientos y cientos de personas caminando hacia Santiago (¿cuándo llegarán? por lo menos el martes o el miércoles). Es increíble ver a tantas personas que hacen el Camino, cada uno a su manera (vi a uno que iba corriendo... o mejor trotando) con sus razones, religiosas o no, pero que se unen al "ambiente" que genera el Camino.

Aunque había amanecido, entre la espesura del bosque era difícil ver completamente bien. Debo repetir que hice la peregrinación por el camino y no por la carretera, con la mayor dificultad que esto entraña, ahora que he comprobado la diferencia y no es por echarme mérito encima, es porque muchos lo preguntan porque les debe parecer raro que lo hiciese así. La carretera va más o menos recta y corta los montes por donde discurre el camino de tierra. Es bastante más dificultoso subir esas rampas que ir tranquilo por el asfalto. En el camino no puedes "bajar a muerte" por causa de los peregrinos que te encuentras y lo complicado del terreno a veces. Pero también eso lo hace así de bonito.

Podéis ver un vídeo grabado durante el descenso por la ruta en este día. Tuve que parar la grabación porque llegaba a una carretera y debía tocar el freno, de otro modo me la pegaba seguro.

Me había propuesto en esta etapa parar menos veces para no llegar muy tarde a Santiago donde estaría mi mujer y los niños esperándome. Quedé con ella en que a 15 km de Santiago la llamaría para avisarla y que pudiesen salir de Ourense con tiempo ya que me llevaría sobre una hora y media hacer esa distancia, según la media que venía haciendo. Con ese objetivo únicamente paré a sellar la credencial en varios puntos del recorrido y tiré hasta que me faltasen 20 km para llegar. Allí descansé un poco, comí fruta, bebí agua e isotónica y estiré también algo. Llamé a mi mujer y me dijo que ya estaban en Santiago ¿? en ese momento me supuse que alguna sorpresa me encontraría al llegar.

Antes de salir revisé mi bicicleta. Me había llevado por el camino más de 180 km y le faltaba nada para hacerme llegar a mi destino. Con sorpresa comprobé el estado en que se encontraban los piñones en la rueda trasera: el desarrollo más largo (el que se usa para las cuestas arriba) tenía todos (y digo todos) los dientes rotos... y los demás también tenían alguna falta. Si ya lo decía yo... esa bici me tenía que llevar hasta Santiago de Compostela, pero no le podía pedirle más a la pobre. Lo siento por ella, ahora le cogí cariño, pero en una semana, que será mi cumpleaños, pensaré en una nueva que la sustituya aunque ésta siempre será la bici con la que hice el Camino de Santiago; mi bici.



Pues los últimos 20 km fueron pasando, cuesta por aquí, bajada por allá... pasada por junto al aeropuerto y otra vez para arriba. Creí que el último tramo iba a ser fácil pero me equivoqué. Realicé la última parada en el Monte del Gozo donde sellé la credencial junto a la Ermita de San Marcos y ya bajé de allí para ir entrando en la ciudad de Santiago. En ese momento, mientras callejeaba por la ciudad viendo las torres de la Catedral a lo lejos, me entró una emoción muy grande; emoción que luego no exterioricé al llegar al Obradoiro y encontrarme con mi familia, pues ya la había sentido unos minutos antes en privado... en esa soledad que he tenido durante los cuatro días de peregrinación. Así me lo decía Ángel: "la soledad también forma parte de tu peregrinación, y no tiene por qué ser mala". Durante ese rato di gracias... MUCHAS GRACIAS... ¿a quién? pues a lo divino y a lo humano, por supuesto. Le di gracias a Dios por permitirme llegar al final de mi peregrinación, a la Virgen por ayudarme en los momentos duros del Camino, al Apóstol por acogerme en su ciudad, a mi mujer Mónica por no poner reparos en poder hacer esta peregrinación, a Ángel por sus mensajes de ánimo todos los días a primera hora de la mañana, también a Manuel Emilio y a mi hermana Conchi por los suyos, y a Toño por todo su cariño. También le di gracias a Dios por la familia y los amigos que tengo; puedo decir eso de que "no me los merezco" pero, ¡qué caray! claro que me los merezco y son de lo mejorcito, todos estos días pendientes.

Y también PEDÍ. No hice el camino por cumplir ninguna promesa pero, estos días he pensado que, si el Apóstol ve a bien escuchar lo que yo le pueda pedir, mientras realizaba la bajada a Santo Domingo de Bonaval, pues allá fueron mis peticiones: por mis hijos y mi mujer, que Dios nos dé salud y felicidad a todos; por mi madre, que espero que nos acompañe muchos años y se siga emocionando conmigo y preocupándose como una madre que es (aunque sea un poco coñazo); por mi hermana Pili y los suyos, para que esos resultados sean buenos y nos olvidemos ya de las cosas malas; por Conchi y los suyos, con sus cosas; por Toño y los suyos también... y por todos los que me han pedido que rece por ellos en Santiago: por Pedro para que se recupere bien, ahora que ya ha empezado a entrenar, por Tito que en esos momentos estaba corriendo el maratón de montaña en Penedos do Lobo (¡con dos cojones! que no es una frase mía y pido disculpas a los que se asusten al leerla)... por tantos... y tantos... ya por pedir.

La entrada a Santiago para los peregrinos es una putada. Sí, si sigues las indicaciones acabas maldiciendo y eso está muy mal en un peregrino que llega a la ciudad. En el cruce de Bonaval, te manda hacia la derecha pues ponen un cartel de prohibido bicis de frente. Me fui a la derecha y tuve que subir la cuesta de La Salle (otra cuesta) para luego no ver más indicaciones al llegar arriba. Giré a la izquierda y... ¡sorpresa! acabé de nuevo en el mismo sitio. Menuda vuelta tonta. Ya un poco cansado, me metí directo por el empedrado para llegar al Obradoiro, que ya eran horas.

Allí asomaba mi cuñado Jaime para hacerme la foto de entrada. Y detrás todos los demás: mis sobrinos, mis hermanas... mi mujer y mis niños... y mi madre, emocionada. Como yo ya había derramado mis lágrimas antes, creo que tuve un momento de nudo en la garganta contenido. Ya había terminado. Había llegado a Santiago. Mi objetivo estaba cumplido, con todos los kilómetros y sí, sufrimiento, para realizar mi primer camino de Santiago completo. Y tuvo que ser así. Recordaba las palabras de D. Ángel, el sacerdote de Villafranca del Bierzo cuando me decía: "¿Y tú por qué crees que lo has intentado dos veces y no lo has conseguido? seguramente no era el momento. Puede que sea ahora... pero te recomiendo que la próxima vez lo hagas a pie. Y ten una cosa muy importante en cuenta que notarás cuando llegues al final de tu peregrinación a Santiago: NOSOTROS NO HACEMOS EL CAMINO... MÁS BIEN EL CAMINO NOS HACE A NOSOTROS".


PARA EL RECUERDO:
Durante estos días he intentado hacer una peregrinación informativa para todos los que así lo quisieron, enviando avisos a twitter, facebook y blog. También algún vídeo y foto he colgado en internet. Ahora he podido descargar las fotos que hice con la cámara y aquí os dejo una recopilación:

7 comentarios:

  1. Parabens Felipe, por conseguir chegar a Santiago e agora a poñer as zapas de correr.

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  2. Pipe, me alegro mucho que hayas podido hacer el Camino y que lo hayas contado de una forma tan bonita.

    Tambien me emocioné ayer y, fue bastante antes de llegar a meta.

    ENHORABUENA.

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  3. Enhorabuena, hacer el camino solo es aun mas difícil pero también mas enriquecedor. Aunque "Nunca vas solo cuando alguien te espera".

    Un saludo

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  4. Gracias Xan, eso farei esta mesma semana.

    Tito (toledano), lo tuyo también ha tenido mucho mérito en Penedos do Lobo. Me quito el sombrero ante nuestro capitán.

    Yo siempre tuve presente, los cuatro días de rodaje, que nunca iba sólo y que mucha gente me esperaba.

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  5. si señor pìpe, al igual que capi, con 2 ...... y no sigo que me emociono..
    me alegro de que consiguieras tu proposito y sobre todo que lo disfrutaras
    nos vemos mañana

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  6. Noraboa Felipe!!!! Eres grande. Un forte abrazo desde este lado do charco. (M.Rodicio)

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  7. Que alegría ver tanto mensaje. Me alegro que asomes por aquí, Manolo, desde Jipijapa en Ecuador. A ver si nos vemos pronto que ya hace tiempo que no nos damos un abrazo. Te sigo cuidando tu despacho que lo tengo bien cerquita (cuido la puerta, ya que más allá no puedo entrar).

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